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Juan Carlos Girauta

¿Feminismo y defensa de los homosexuales?

Son capaces de linchar a Amando de Miguel por una puntualización semántica y dejan pasar sin protestar agresiones reales contra personas a las que hay que tapar o a las que se puede vender a un marido desconocido

El feminismo de la izquierda que manda en España no es creíble. Un imán de Lérida se niega a hablar con una periodista porque va maquillada y hay que “evitar cualquier provocación”. ¡Machote! Es sólo una más de las innumerables exigencias de un grupo con el que convivimos y que suma ya millones. De la ablación de clítoris al chador, las agresiones y la discriminación de la mujer son moneda corriente entre gente que tiene la obligación de respetar la ley y los valores del país que los acoge. Pero nuestras feministas callan, o protestan tan bajito que sólo se las oye cuando fantasean con su lenguaje alternativo. Aún no se han enterado de que género y sexo son cosas distintas. Son capaces de linchar a Amando de Miguel por una puntualización semántica y dejan pasar sin protestar agresiones reales contra personas a las que hay que tapar o a las que se puede vender a un marido desconocido. Los postulados feministas ceden ante las exigencias del relativismo cultural, que es, claro, una actitud ante las costumbres, la moral y la política. Una actitud de renuncia. El relativismo impregna el, digamos, pensamiento progre, pero lejos de constituir una ideología se queda en una comodidad. De ahí el aquietamiento, el escandaloso silencio ante las prácticas del islamismo. ¿Del Islam? Dejo para los especialistas la posibilidad de trazar fronteras claras entre musulmanes fundamentalistas y musulmanes a secas. Ya Fanjul nos dirá.
 
La defensa de los homosexuales que nuestra izquierda enarbola como bandera tampoco es creíble. Si de verdad les preocuparan, jamás consentirían los favores políticos que el gobierno socialista le hace Castro, el inexplicable empeño en perpetuar su régimen a costa de seguir ensanchando la brecha que nos separa de la decencia y que les separa a ellos del resto de la izquierda occidental, que ya no compra castrismo ni borracha de melancolía revolucionaria. En Cuba se ha prohibido durante décadas la mera exhibición pública de tendencias homosexuales. Se ha perseguido y ridiculizado a los gays y se han prohibido sus reuniones, con batidas policiales incluidas. Hasta 1993 se mantuvo en cuarentena forzosa a los enfermos de sida; en los años sesenta se internaba a los homosexuales en granjas de trabajo. EnArturo, la estrella más brillante, Reinaldo Arenas recrea las humillaciones y torturas en uno de esos centros. EnAntes que anochezcaescribe: “Los muchachos que eran sorprendidos en esos actos [homosexuales] tenían que desfilar con sus camas y todas sus pertenencias rumbo al almacén, donde, los demás compañeros debían salir de sus albergues, tirarles piedras y caerles a golpes. Era una expulsión siniestra, por cuanto conllevaba también un expediente que perseguiría a esa persona durante toda su vida y le impediría estudiar en otra escuela del Estado.” Al líder de ese Estado se empeña en apuntalarlo la progresía española, a la que medio siglo de dictadura no le parece bastante.

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